domingo, 6 de junio de 2010

Y UNA VEZ MÁS ELLA PREGUNTÓ...


(Historia paranoica sacada de mi imaginación, Editorial: Radio TraBubü, Autora: Claudia González Romero, Fecha: 08/04/09)

Con el conocimiento de que dos más dos son cuatro, ella volvió a surgir en un mundo paralelo al nuestro.
Esta, ella, la chica, cómo se llamaba, que no recuerdo bien, ¡ah! Sí, Leina; una chica muy diferente e hiperactiva, con una familia un poco…digamos que extraña, normal que ella haya salido así, con solo nueve años la proclamaron reina de las matemáticas de segundo de Bachillerato, ella vive en Sisebutia, un pueblo Romano cerca de Nicaragua.
Un día, en un treinta y uno de Febrero, Leina se disponía a salir a la Biblioteca, como cada domingo. Ese treinta y uno, para ella fue algo nuevo, no solo se encontró con su querida recepcionista embarazada de siete meses, sino que también había ensalada de pollo en la cafetería, a parte, después de comer, se pausó un minuto sentada en la mesa pensando en que haría mañana, mañana Lunes tiene un compromiso con la directora del centro, se ofreció para escribir una historia con referencia a su pueblo, Pensó en escribir la historia del fundador Alfredo y Punto, pero sus compañeros le aconsejaron que escribiera la vida del constructor más famoso de su pueblo, la empresa “Castir”, al no saber qué hacer, consultó en la mejor ayuda que ella imaginó, sus amigos los libros de texto. Primero hojeó “Mil y una Santana”, pero no le pareció concluyente, entonces…tras haber recapacitado un poco fue cuando pensó que en los libros de texto no estaba la imaginación que ella puede llegar a potenciar, todo estaba en su mente, y Leina se dio cuenta de ello.
Quería salir de aquella construcción tan antigua y tomar el aire fresco, a ver si le llegaba la inspiración que ella buscaba.
Se dirigió al parque Sistum, donde se encontraban diversas personas. Entre ellas una anciana sentada en un banco dándole de comer a las ranas que se posaban en el estanque de los piquillos, esta tenía unos rasgos muy característicos, fruncía la cara con ojos caídos, un labio inferior grueso y una nariz alargada y arrugadísima; a su lado una pasa estaría menos seca, vestida con ropas muy de persona mayor, le pareció alguien corriente, que no tenía ni hijos ni nietos, y que estaba demasiado aburrida en su casa que se iba al parque a darle palomitas a las ranas de aquel estanque. Al girarse, pudo ver a otra persona superrara, un señor, algo que ella se preguntó fue ¿Qué clase de persona era esa? muy barbudo con una cara muy curiosa e interesante, extraño era que llevara anillo de casado y que hablaba por teléfono con un acento muy raro. Ella creyó que era ruso o de por allí, se quedó un poco intimidada al ver a aquel señor.

Después de ese hombre tan misterioso, estaba un poco desinteresada, pero con ganas de conocer la vida de las demás personas que habitaban en su pequeño pueblo de tres mil habitantes. Caminó un poco hacia los columpios…
¿Qué haría allí una niña de nueve años? Una madre diría: columpiarse, jugar con los demás niños, tragar arena… Una abuela diría: hablar con las niñitas, balancearse, comer su merienda…Un quiosquero diría: comprar revistas de adolescentes, comprar chuches, comprar un helado…Pero es que Leina no era una chica normal de nueve años, tenía el conocimiento y el razonamiento de una persona que le doblara la edad, a ella no le gustaba hacer las típicas cosas de niña chica, tenía mucha cultura, y la aprovecha mucho día a día.

Cuando llegó al parque a ella lo primero que se le vino a la cabeza fue si los niños pequeños meaban o vomitaban en la arena, al plantearse eso, fue ejecutando diferentes preguntas a los distintos niños que había en los columpios. Había un niño muy robusto, que aparentaba tener entre cinco y siete años, al que le preguntó, que si podía tocar con su lengua su nariz, el niño al intentarlo, se cayó en la arena, y de repente la madre fue corriendo a auxiliarlo, Leina así pudo ver, que la madre no estaba preocupada porque se había caído en la arena, así llego a la conclusión de que la arena era pura sin ningún desecho humano aparte de mocos y babas.
Al haber sacado algo provechoso de los columpios, su mirada se inclinó hacia la izquierda y se dispuso a seguir su extraña hazaña, ahora mantuvo la mirada fijamente hacia una mujer de pelo castaño oscuro, con gafas de casi treinta de dioptría. Pero esta mujer no aparentaba tener más de veinticinco años, tan anonadada que se quedó al ver que sus ojos eran tan minúsculos como los óvulos, que se fue corriendo a verla más de cerca, al llegar al sofá, que se situaba al lado del sillón de esa tan escuálida persona, esta mujer, pongámosle el nombre de Priscal, que estaba pintando un cuadro abstracto del monumento que estaba en el centro del parque Sistum, Leina quería observar lo que ella pintaba, así que se puso por detrás, y se quedó más aturdida todavía, ya que era el dibujo de un hombre angustiado porque había pisado un chicle. Leina se empezó a preguntar qué es lo que Priscal veía en esa estatua normal y corriente de un perro salchicha sujetando una salchicha. Y entonces le preguntó que si tenía novio, y ella le contestó muy ofendida, que qué le importaba a una niña tan chica como ella que a una persona la dejen tirada y plantada en su primera cita, entonces, ella entendió que ella se veía reflejada en el dibujo, como si ella representara la mierda de chicle que pisaba el capullo ese. ¡Cuánto tenía una que aguantar!
Dios, no me lo puedo creer, salió corriendo, ¿a dónde ha ido?, ¡ya la vi!, está comprando un globo, como es normal, tiene nueve años, aunque no suele hacer esas cosas, ya que era menos caprichosa que las niñas ricas, mas no pensaba que le gustaban los globos, ¡ah! Ya entiendo, el suyo es con forma de estrella y le apasiona la astrología.
Tenía tanto dinero como para no gastarse doce euros en el globito, entonces después se fue directa para un puesto de perritos calientes que desde la ensalada de pollo no había comido nada. El vendedor no era nada más ni nada menos que el fundador de Sisebutia, normal que la estatua del parque más famosa sea esa, lo único que le sorprendió fue la verruga que tenía el pobre Alfredo y Punto en la mejilla, era aparte de fea, horripilante y asquerosa, mediría tres cm de largo y cinco cm de ancho, Leina al hablar con él, solo podía mirar esa cosa jugosa y repulsiva, el pobre fundador se dio cuenta, y lo que hizo fue darle un folleto de un concurso de cosas extrañas y amorfas, ella sin quitarle el ojo a su verruga cogió el folleto sin saber lo que era y aparte el perrito caliente. Él se quedo un poco deprimido. Ella por lo menos, encontró un nuevo concurso al que apuntarse y sacó una nueva información, el significado del nombre del fundador de su pueblo.
Más tarde, al haberse terminado el perrito caliente, miró por unos minutos el parque en toda su extensión y al ver que alrededor del parque Sistum había cinco panaderías se imaginó como seria la vida sin pan, supuso que no habría tanta gente con obesidad, pero tampoco habría mantequilla, ni crema de cacao, ni foigras, ni mermelada, ni crema de cacahuete, lo de la crema de cacahuete le decepcionó mucho ya que era su crema preferida, entonces se le vino a la cabeza, escribir el artículo sobre el “PAN”, era algo muy importante, que pocas personas se paran a pensar, que si no hubiera pan, no habríamos hecho mucho, me hizo pensar hasta a mí, ¿qué desayunaríamos? ¿Qué merendaríamos? ¿Qué nos llevaríamos al campo? ¿Y a la playa? ¡Qué locura! Solo de pensarlo me entraban escalofríos, y a Leina también. Aunque al fin tenía nombre y desarrollo del artículo, iba a escribirlo pero antes, quería hacer una cosa…
Se fue directa para la anciana que repartía palomitas a las ranas de la fuente de los piquillos, la saludo, se puso delante de sus gafas de sol, se presentó ante ella y le dio un beso aplanándole las arrugas. La anciana se quedo quieta, sin saber que decir, que de la emoción de ver que una persona se acercó a ella y mostró un poco de cariño y respeto, lo único que hizo fue romper a llorar. Leina se fue después al hombre barbudo ese, que todavía seguía hablando por teléfono; de espaldas Leina le dio tres veces en el muslo, ya que aquel hombre era demasiado alto, él furioso porque le estaban interrumpiendo, se volvió, y se bajó a ver que quería esa niñita insoportable, Leina le saludo y le quitó el móvil de un tirón, y lo tiró con toda su fuerza al suelo, que el móvil se hizo pedazos, el otro se puso más furioso aún, empezó a gritarle, pero ella se quedo más tranquila que todos, y sus últimas palabras a ese hombre fueron: Calladito y con tu mujer estas más guapo. El hombre se quedó mudo, y Leina solo supo de él que cogió un taxi y se fue muy, muy lejos. Luego, se dirigió a aquel chiquillo de los columpios tan robusto, que le saludo y le dio un abrazo, él se quedó como una estatua y se volvió a caer en la arena de espaldas, este no cambia.
Ahora venía su queridísima amiga Priscal, que era con la que más había intimado, rápidamente se fue hacia ella corriendo al galope, saltó unos cuantos arbustos hasta llegar a ella, la vio y saltó a sus brazos. Priscal no sabía que decir, era la tonta niña que le bajo más todavía la moral, entonces Leina le quitó el pincel, y dibujó un chicle con muchos más chicles, envueltos y sin ser abiertos ni utilizados, le dio un beso y otro abrazo y le dijo que la que pisara fuerte ahora tenía que ser ella. Priscal se lo agradeció muchísimo, pero lo que a Leina le encantaba, era la sonrisa de oreja a oreja que se le quedó y la fuerza que tendría desde hoy. Por último estaba su querido fundador, que sin él a ella no le hubiesen gustado las salchichas, fue hasta allí, le sonrió, se presentó y le dijo que iba a escribir un artículo sobre el pan, de lo importante que era en Sisebutia y que si le gustaría leerlo después de que ella lo escribiera, él se sorprendió mucho, ¿por qué una niña tan pequeña iba a hacer eso? Sin venir a cuento le dijo que se llamaba Alfonso y que las apariencias engañan, Leina se quedó petrificada, y le preguntó que si no era el fundador de este pueblo, él le respondió que no, que él era el bisnieto del fundador Alfredo y Punto, ella comprendió, ya que su pueblo no podía haber empezado desde que ella nació, sea ser hace nueve años. Pero lo que más le inquietó fue lo de la verruga, le preguntó por ella, y el dijo que era falsa, que se la incrementó hace dieciséis años, porque su padre le obligó, para seguir la rama de los y Punto, aparte de tener que estar sin querer vendiendo perritos calientes en este parque, ella se indignó ante tan poca libertad que tenía Alfonso, así que le dijo que bajo ningún concepto tenía que dejar ser el mismo, no un adefesio de hombre el cual fue su bisabuelo, que siguiera su camino, su propio destino y su propia vida.
Después de un día normal y corriente en la vida de Leina, volvió a su orfanato, ya que los directores de aquel centro la buscaban otra vez sin cesar, porque ella se escapaba todos los días para nuevas experiencias, no le gustaba estar encerrada en aquel tenebroso lugar. Ella era felicísima con tan poco.
Eso sí, Leina podría estar un poco más ida de lo normal, pero tenía esa luz que pocos tienen, y no me refiero al espíritu santo, no, sino, la imaginación, la bondad, la personalidad y la fuerza que todo ser humano debería poseer.

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